martes, 10 de septiembre de 2019

La dulzura sale a flor de piel, 
a la palabra, 
a la mirada, 
a la escucha.
 Ahí estaba,
 a la espera de ser liberada de toda actitud de guerra que se hallaba instalada ,
 ahí, 
esperando paciente por ti y para ti,
 dulce como es, 
acariandote por dentro desde el alma, tocando con ternura ese corazón acorazado para no sentir, 
y que sin embargo nunca dejó de hacerlo, 
sin saber cómo, 
a pesar de tanta protección bélica seguía sintiendo la caricia interior, lantente,
 palpitante, 
en espera de despertarse,
 despertó ante unos ojos brillantes de mirada profunda y transparente, 
una mirada entregada a dejarse leer,
 ver,
 despertó y de nuevo late,
 ahora, 
con ese ritmo dulce, 
con esa caricia suave que sin evitarse se da de alma a alma, de piel a piel.


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