jueves, 10 de marzo de 2011

El Caminante

Un caminante llegó una vez a una gran ciudad, sus pasos hasta entonces ,fueron dados en el mas absoluto silencio, los caminos rurales aportaron paz a su caminar, tanto que pudo un día escuchar la voz de su corazón, ese amigo, ese aliado le acompaño desde ese momento en su caminar pausado, sin prisa ,que fue recuperando desde el primer momento que decidió cargarse una mochila al hombro y sin siquiera preguntarse donde llegaría se puso en camino, un paso tras  otro, le llevaron a senderos serpenteantes, a grandes subidas y grandes bajadas, sintiendo como su alma lloraba por lo pasado, aun volteaba la cabeza para ver lo que dejaba atrás, pero, eso duró poco, en cuanto las montañas , las grandes montañas entraron en su camino el atrás quedo vedado, por mucho que se diera la vuelta no podía ver mas que el ultimo tramo del sendero y la maravillosa naturaleza que lo envolvía todo, empezó entonces a fijarse en  lo que pasaba en ese momento ,el canto de un ave, los ratoncitos que se cruzaban en su camino y así fue como, empezó a mirar hacia adelante, ya no maldecía a las montañas que lo privaron de la vista de su pasado, ahora se dejaba envolver por ellas, sintiendo en su cuerpo, el frío y el calor extremos de sus noches y sus días, completos, sabiendo ya que al día siguiente encontraría cosas muy distintas, todo era una sorpresa nada era permanente, un nuevo sonido, un nuevo aroma de una planta exótica aparecía para renovar sus ganas de conocimiento ,de saber, de palpar la maravilla.

Las montañas quedaron a tras y su peregrinar tranquilo ahora, calmado sin la urgencia gracias a las cumbres que lo hicieron caminar sin prisa para no perder el aliento, le mostraba ahora un hermoso valle, donde encontró pastos frescos donde comían los animales, esos civilizados seres que el hombre puso un día a su servicio cuando decidió quedarse en un sitio, las plantaciones se fueron extendiendo y encontró a los campesinos felices, atareados ,siempre en una nueva época del año, ahora sembrando, ahora quitando malas hierbas, ahora cosechando, y pudo ver y compartir, la alegría que cada estación le daba al campesino, no había una época mejor ni peor, era solamente la que correspondía, todos los años igual y todos los años nuevos, cada cual con su dificultad hacía que esas gentes vivieran presentes en el aquí y el ahora.

Encontró cobijo allí donde lo busco, es mas sin buscarlo encontró el ofrecimiento de las gentes agradecidas con sus historias que contaba con agrado a todo el que quisiera escucharlo.

Siguió caminando y entonces se le vino encima el asfalto, la gran ciudad apareció ante sus ojos, exuberante rápida, ruidosa , tan llena, tan sucia que sintió una tristeza enorme al comprender que toda la paz que traía se podía perder, pero su corazón fue rápido y le dijo que no juzgara, que siguiera su camino, su paz habitaba en el, no había ruido incesante que se la pudiera quitar, ahora era suya, así lo hizo y tras atravesar la ciudad, sintió que tenía que volver y quedarse unos días para comprender ¿que movía a las personas a vivir en tal caos?, se sentó en un gran parque céntrico en un banco  y allí se quedo todo el día, viendo el ir y el venir de tantos personajes de tanta vida, pero el parecía invisible a los demás nadie le miro, nadie hablo con el, ni quiso saber de donde venía, solo  entonces, dejo de ser solo un observador invisible y paso a la acción, puso una sonrisa en su rostro, y contemplo con agrado que había dejado de ser invisible, las gentes lo miraban y le sonreían, , no todas, también había quien pasaba con la cabeza tan gacha que no veía ni sentía nada.

Empezó a comprender la visibilidad y la invisibilidad y acogió con agrado aquel poder que se le acababa de mostrar, así compartió su almuerzo con un buen hombre que se le acerco ,el cual vivía en el mundo de los invisibles y le pregunto el porque decidió estar en permanente invisibilidad, y este le dijo, mira ,a mi me encanta observar, ver a los demás ,inventarme historias sobre ellos, pero temo ser visto, porque fui juzgado por mi mismo y fui sentenciado a no ser merecedor de este mundo,- ¿pero!, -no ,dijo el invisible ,-no intentes convencerme ya lo intento yo a diario,, mi alma ahora prefiere estar en este estado.
 Tras compartir su almuerzo, agradeció a aquella alma errante el haber querido ser visible para el. y prosiguió tranquilo su camino, sin pena, aunque al momento se dio cuenta de que ese invisible no lo era para el porque no juzgaba, no esperaba una sonrisa no esperaba nada, la mayoría de las personas que viven en el caos, siempre esperan algo ,siempre están juzgando ,por eso solo ven lo que quieren ver y están rodeados de personas invisibles que conviven con ellos a diario, sin ser conscientes de ello.

Encontró muchos invisibles y comprendio que tal vez  era la mejor manera  de observar la vida de esa gran jungla, hay muchos mundos y cada cual a de decidir en cual quiere habitar, solo permaneció allí unos días, luego siguió su camino que le deparaba nuevas gentes, gentes rurales para las que nunca era invisible, pues caminaban en el mismo mundo, abiertos a la nueva vida de cada día del aquí y el ahora.

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