miércoles, 29 de enero de 2014

Un Instante Sagrado.

Aquella figura fantasmagórica, emergía de las aguas estancadas. El cieno resbaló por sus ropas, su rostro se empezaba a mostrar tras el barro que le resbalaba, se irguió un momento y seguidamente se agacho y, en cuclillas se tapo el rostro con las manos dejando escapar un grito grave que fue fundiéndose hasta alcanzar un timbre agudo, intensamente agudo. Tras hacer esto, se arrastró como pudo hacia un majestuoso árbol cercano , se agarró a una rama baja. Seguía en cuclillas y ahora separó las un poco las piernas y apretando la rama con sus manos comenzó a jadear, sabía que aún no era el momento y que su respiración controlada la ayudaría a no pujar a destiempo, tenía que contener su prisa, tenía que calmar sus ansias y tomar el control de su cuerpo.

 En su pecho una pequeña luz resplandecía, débil, apenas un punto diminuto. Jadeó de nuevo y esa pequeña luminaria creció , ahora la luz roja tan esperada, comenzó a manar tras la fina tela de la túnica azul que cubría su cuerpo, soltó una mano del árbol y se remangó la túnica; su sexo resplandecía apenas con aquella luz roja, ahora tan diminuta como la de su pecho, se dio cuenta de que el proceso había comenzado, respiró en su pubis, ahora, llenando la zona de aire fresco y soltando aquella pez negra al exhalar, era una bruma oscura que emanaba de toda la zona pélvica y se llenaba de una hermosa luz roja al inhalar.

 Volvió a agarrar con fortaleza la rama del árbol, al tiempo que jadeaba, esta vez el jadeo incluyó un gemido que la sorprendió. Sus pechos crecieron con ese gemido y se irguieron al tiempo que sus pezones se endurecieron y entre los dos se formo una fina línea luminosa del rosa más puro, el recuerdo de su amante, la hizo estremecer. La luz dentro de su pecho ahora tenía el tamaño de una ciruela hermosa.

Introdujo una mano entre sus piernas para palpar la que fue la entrada de aquel fruto que el amante dejó plantada un día en su interior y se sorprendió al notar el tamaño de aquella entrada que ahora se estaba transformando en una amplia salida. La luz roja seguía creciendo con cada respiración,  apenas se percibía ya esa bruma oscura al exhalar.

Siguió palpando, esta vez tocó allí donde sus antepasadas la enseñaron a buscar su propio placer para honrar su belleza, su poder, su gracia femenina y al tocarlo, un placer diminuto pero intenso la recorrió hasta la nuca,  al llegar allí se proyecto saliendo por su frente , transformado en una luz de color índigo, que iluminó el lugar que en estos momentos se hallaba casi en penumbra. Volvió a sostenerse con ambas manos a aquel árbol que era único testigo del momento sagrado. Jadeó y gimió, esta vez su gemido se transformó en una especie de rugido animal que dio lugar a una gran luz anaranjada que fluyo por debajo de su abultado vientre, se desprendió con un movimiento rápido de aquella túnica llena de lodo y su cuerpo desnudo quedó iluminado ahora por la luz azulada de la luna, que despertó su propia luz azul que mano al tiempo de su garganta.

Sentía que a cada momento le era mas difícil conservar el control de su cuerpo, sus luces aumentaban ahora, despertándose la una a la otra, acariciándose, aliándose en parejas, el rojo y el índigo latían al unísono, el naranja y el azul se acariciaban, toco de nuevo la salida misteriosa y pudo palpar una nueva forma, al tocarlo no se sintió a ella misma, no tuvo sensaciones físicas, lo acarició y al no sentir estímulo , se dio cuenta de que aquello no la pertenecía, y sin embargo salía de su interior. En ese mismo instante, una inmensa luz amarilla como un sol, iluminó el centro de su cuerpo, e inmediatamente fue recibida por la luz verde de su pecho. Volvió a tocar su zona mágica que ahora palpitaba entre sus piernas, esta vez el placer no fue un pequeño impulso que la recorrió, el placer tomo posesión de ella, se expandió, recorriendo cada una de sus células y en ese momento, como si fuera un imán, ese placer rojo brillante atrajo hacia si la luz de todas las estrellas del universo que se coló por su cabeza y se fundió dentro de ella, formando ahora una luz que desde su centro se irradiaba en todas direcciones, hacia todo alrededor. Fue el instinto quien la hizo agarrar de nuevo aquella rama que la sostenía y ya no pudo hacer otra cosa que dejarse ir en un gemido que la inundó y que inundó todo. Entre sus piernas corrió un río que empapó sus muslos y con el  resbaló un pequeño y nuevo ser que fue a caer sobre un manto de luz verde, cobijado entre la inmensidad de plantas que crecieron al contacto con el agua sagrada que de la mujer manó.

Exhausta , agradeció al árbol que soportó sus manos y a la tierra que soportó sus pies y, pudo ver como su cuerpo ahora era pura luz blanca, luminosa; tomó aquella nueva vida entre sus brazos, que también resplandecía ,acariciando aquel rostro redondo , lleno, que la miraba con una sonrisa agradecida, era una hermosa niña creada a partir de un instante de amor, y nacida a través del  éxtasis de la vida.

Miró hacia atrás por un instante y vio el lodo del que había salido , supo que ese jamás volvería a ser su hogar. Un estanque de agua cristalina aparecía ahora delante de su vista.

4 comentarios:

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  2. Me sorprende mucho la transformación de ese ser que describes. Estoy exhausto ya que es una creación del amor, al final termina siendo luminoso ese puro éxtasis de la vida. Muy motivador, gracias Nieves!.

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  3. Creo que a sido mi manera de liberar a la mujer del yugo que la impuso la religión al dictar que pariría con dolor.

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