jueves, 4 de noviembre de 2010

La caída


Ningún regalo te hará nunca un Pirata, si de ello no va a sacar provecho, ninguno, si no puede con el mantenerte bajo su mando, cuidate del pirata de a pie, cuida tu tesoro más sagrado, tu conciencia, sólo ella puede hacerte volver a la realidad una vez que el Pirata te enredó en su juego sin fin.

Cuidado si empiezas a prosperar, cuida bien cómo prosperas, pues eres una víctima segura de esta especie que nunca se extinguirá,  no es que sea malo ni bueno, pues forma parte del juego de este que es la vida, con sus trampas, puestas por ti mismo para tu crecimiento.
Fue costoso, pero al fin comencé a trabajar en el barco que me llevaría a emprender el viaje, por un mar desconocido.

Por desconocido se tornó hermoso, a ratos con tempestades,  fui capaz de vencerlas y seguir navegando. Esos temporales, fueron haciendo de mi navegar primerizo un navegar más seguro, ya no tenía miedo, ahora elevaba las velas del barco, con seguridad , amaba ese navegar con toda la tripulación, valiosa tripulación que me ayudaba al manejo y  a la labor.

Un día miré a mi alrededor , vi que mi pequeño pesquero, se había transformado en un gran buque, donde el trueque hacia posible que cada día que pasaba, se enriqueciera el entorno y yo misma.

Fueron días de gloria, días exuberantes de experiencias, de vidas cruzadas, amando a cada nuevo personaje que subía y bajaba de la nave, todos aportaban algo a la bodega,  repleta para entonces de alimentos, que no sólo alimentaban los estómagos de todos si no , también nuestras almas, llegaban de todas partes invitados por la luz que este trabajo en equipo desprendía , se quedaban a participar, daban y recibían, así conseguimos riquezas que parecían no tener límites.

Al cabo de unos años, con la grandeza de una gran nave repleta , en movimiento continuo, arribe a un puerto luminoso y expléndido, pero no se como, los piratas entraron disfrazados, ofreciendo joyas, tesoros,  no había trueque que hacer, esto me sorprendió pues, es un dar y recibir, pero como sólo tenía que abrir las puertas y dejar entrar lo que me ofrecían, caí de lleno en la exuberancia de sus modos, de sus formas y regalos.

Fueron pasando los días, al principio,  sentía la necesidad de volver al orden, miraba a mi tripulación que había perdido el brillo, sus ojos ya no están radiantes, las expectativas de volver a la mar, se perdían y veían como la opulencia, la armonía que consiguieramos en alta mar, estaba desapareciendo, consumida por los piratas que subieron en este puerto, pero a la mínima que me ofrecían una copa de vino, dejaba de nuevo pasar el tiempo y me perdía en la borrachera del lujo que el pirata sabedor de que sus artimañas funcionaban con la ya débil presencia de una capitán de barco que caía facilmente en el embrujo del caos, perdiendo el control sobre el trabajo, dandome ahora tan solo al ocio que lo envolvía todo.



No se bien como sucedió, pero entre borrachera y borrachera observé, que aquel pirata estaba haciendo reformas en el barco, llenándolo de banderines de fiesta he invitando a seres que con sus trucos divertían al personal y lo llenaron todo de payasos, de globos de colores, que nada tenían que ver con las velas blancas que antes se elevaban para aliarse con el viento en el avance del barco que surcara mares y océanos por doquier, ahora amarrado como estaba, con el ancla ya oxidada en el fondo de ese lodoso puerto, esas velas avergonzadas, se rajaban consumidas por el hastío de no ser desplegadas, fueron amarilleando y terminaron por ser jirones inertes colgando, una bandera negra ondeaba ahora , donde lo hiciera en mejores tiempos una gran bandera blanca.

Las broncas entre los borrachos eran continuas, yo me hallaba por ese entonces ya completamente inmersa en aquella algarabía, aunque a veces, una visión perseguía mis sueños, la visión de aquellos tiempos de limpieza y compartir, sin vino, ¡sin vino!, ¡o no por dios! ¿como se puede vivir sin él? , quien no lo probó no sabe lo que perdió, sin la incesante emoción que desata, sin la tan valorada excitación que proporciona ese dulce caldo que permite que tus más escondidas emociones salgan y jueguen en un incesante mar de risas.


Seguramente nunca hubiera despertado, de no ser por que aquel atardecer exhausta por tanta fiesta, asomé mi cuerpo con esa fortaleza desequilibrada,  que proporciona el éxtasis del poder, asomé como digo sacando más de la mitad del cuerpo, para ver desde la cubierta, a esos pobres imbéciles que perdían el tiempo, tratando entre ellos de sus pequeños negocios pesqueros, allí abajo esos pequeños barcos, seguían con sus trueques, sus transacciones, sus pescados, sus telas traídas de lugares lejanos, sus fantásticos objetos que intercambiaban contentos y me sentí tan indignada de ver tanta falacia, tanta vida por tan poca cosa que en mi afán por gritar lo equivocados que estaban, moviendo mi brazo, para que vieran mi malestar por aquella estampa, caí irremediablemente por la borda.
Sentí como me sumergía en un oscuro mar de puerto, lleno de mierdas varias que llenaban todos las entradas de mi cuerpo, por donde antes respiraba el aire puro de  alta mar, sentí como se bloqueaban mis pulmones en su afán por no llenar de agua, lo que debería estar lleno de aire, empecé a descender a los adentros de aquel mar incansable que en otros tiempos,  hizo de buen amigo, para dejar que mi barco se deslizara por el, fuera llevado por sus corrientes naturales, me enseñara a luchar contra la tormenta mas cruel.

Pataleaba, mal diciendo una y otra vez mi suerte, culpando a los afanados pescadores y transadores, por haber provocado mi ira, aquella que me llevo a esa caída, ¡por su culpa !gritaba mientras me ahogaba, hasta que no hubo ya mas ganas, mas energías para salir a flote, mi cuerpo ahora que observaba desde una posición mas cómoda, se hundía irremediablemente en la suciedad de mis emociones.
Desperté, tumbada en el muelle, a mi alrededor muchas personas, hablaban entre ellas sobre mi suerte,¡¡ mi suerte ja!!, que suerte era aquella que hacia que me debatiera entre la vida y la muerte,??, de nuevo, conseguí erguirme y echarles una mirada de esas que matan, profiriendo insultos, pues por su presencia por aquellas vidas vacías que exhibían , había caído y ahora seguro que lo pretendido, era que les agradeciera que me hubieran sacado de esas turbias aguas, el veneno del rencor corría ya por mis venas de una forma salvaje, cabalgaba en mi corazón, haciéndolo bombear rápido y fuerte, con el poder de la furia , del veneno del que a caído en las mas inmundas emociones humanas, pero no era consciente de ello.
Nada más me irrita tanto, que ver como las personas pobres de espíritu, pretenden darse por héroes, por haberme salvado la vida, seguro que estaban provocándome con su dicha, poniendo una trampa mortal, para luego erigirse como señores del bien, a mi , que me las se todas, me levanté indignada y les grité mil improperios que ellos tomaron a bien, era mi estado...comentaban, estaba desorientada, no había problema y aún querían ayudarme, proporcionarme una hoguera donde secar mis ropas mojadas y mi alma maltrecha...
Vagué por los muelles, no sabiendo bien donde me hallaba, todo era desconocido, parecía que aquellas gentes hablaran un idioma que yo no comprendia, ni quería comprender , eran tan pobres que no merecía la pena mezclarse en sus quehaceres cotidianos que tanto me aburrían.



Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, pero nada podía llenar el vacío que sentía por tanta abundancia pasada, aquella no era mi vida, un muelle mugroso, con sus mugrosos transeúntes, amables gentes que seguro que sabían de mis riquezas y por ello me ayudaban, para ser recompensados, para ser honrados.

La luz cada día era mas débil, mis ojos debieron quedar dañados por el impacto con el agua y cada día veía menos, me movía practicamente guiada por las sombras, por las luces que provenian tal vez de farolas, no era capaz de distinguir que iluminaba esas calles maltrechas, llenas de desechos humanos, donde me encontré un día.
Después de deambular huyendo del muelle, sólo recordaba que empecé a caminar tierra adentro, ya no quería saber nada de aquel mar desagradecido, de aquellas vivencias pasadas, un callejón llevaba a otro, donde los bultos se amontonaban en las aceras, tirados, feos, infernales, si, ¡aquello era el infierno!, en realidad no fui salvada, morí y estaba vagando como fantasma, ahora estaba claro , por eso no era capaz de ver con claridad, los mendigos me rodeaban queriendo esto y aquello, pero solo sabían pedir no daban nada, permanecían tirados en sus rincones, viendo pasar al transeúnte que de manera equivocada, había ido a parar a aquel infierno, lanzaban entonces unas monedas y salían corriendo de aquel lugar, infesto.


El olor era nauseabundo, como podían estos seres vivir o estar muertos quien lo sabe, en aquellos rincones que supuraban basuras, excrementos de perros y humanos, orines y vino......

El vino, fue ese olor el qué en mi indignación de ver tanto cadáver, me hizo voltear la cabeza, para descubrir que a mi lado, una ligera brisa corría, un hálito de vida, entre los cartones en los que reposaba mi borrachera, fue tomando forma en mis manos, era un pequeño pájaro, caído tal vez de su nido, que se debatía por enderezarse y mostrar su boca rosa y su piar insistente rechinante, llamando a su madre, para ser alimentado.

Me levanté y al hacerlo tome conciencia de que no sabiendo cómo, yo era una de esos muertos, que se revolcaban en sus heces, mi asombro fue tal que apenas alcancé a coger al pequeño pájaro entre mis dedos y no dejarlo caer del susto.
Yo formaba parte de esa miseria, que se retorcía en el suelo de la amargura propia, del ser que increpa al que pasa, del ser que maldice de su suerte a cualquiera que se asome a ver aquella desgracia, culpando aquí y allá a cualquiera que camine, que no este tirado en el mismo lugar en que el se halla.

Lloré y lloré, al ver mi equivocación me pedí perdón una y mil veces por haberme llevado hasta allí, pedí perdón a todo ser que encontré.

Mientras, fue alimentando con mis pocos recursos, con lo poco que conseguía mendigando, a aquel ser que consiguió levantarme de mi desidia, agradeciendo cada miga de pan que conseguía para el, cada grano, cada semilla que encontraba en el camino, cada moneda que recibía, de esos seres que caminaban erguidos.

Fui recuperando la vista poco a poco y un día pude ver que esas farolas que alumbraban las calles no eran farolas eran personas con luz propia que caminaban entre los muertos, para que aquel que quisiera ver se levantara y anduviera de nuevo.

Conciencia , este fue el nombre que quiso el pájaro, se hizo grande y fuerte ya ahora volaba por encima de mi cabeza, mientras, yo transitaba en el puerto al que un día llegué no se muy bien cómo, cambiando esto y aquello, fui capaz de empezar a darme alimento , mis pequeños cacharros hechos de barro, de los barrizales próximos a la montañas cercanas, fueron acogidos con agrado por los mercaderes, así conseguí ir cambiando, una taza por una tela, con la que me hice una falda, un plato  por un pescado....

Un día conseguí completar una vajilla y cual fue mi sorpresa, cuando un pescador antiguo, aunque no viejo, había decidido jubilar esa vida en el mar y volver a casa con su esposa que le esperaba cansada, pero feliz, por tantos años compartidos con amor entre las redes reparadas del marido, entre los cuentos de tantas hazañas que el contaba, tantos países conocidos por ella  a través de los ojos de el, tanto amor comprimido que el le daba a ella cuando volvía de la mar, y ella recibía, tantas horas pasadas no en soledad, si no en compañía de tantos personajes de aquí y de allí, que su marido la dejaba en cada visita, cada vez que volvió.

Ella, compartio esas mil y una historias y este compartir la llevó a ser la candela del puerto, allí donde todo viajero se arrimaba a escuchar con atención y entusiasmo, las aventuras de un marinero desconocido que ella describiera durante años, como un gallardo hombre y  esas historias la dieron un conocimiento tal, una manera de ver el mundo tal que ya la llamaban la leyenda, el marido fue adoptando entonces el mote de los ojos y entre los dos formaron el ser, el ser cuenta cuentos mas hermoso que nadie conoció hasta entonces, creado a partir de las experiencias de dos amantes que sacaban lo mejor de sus vidas para compartirla y entregarla a los demás.

 Los más desfavorecidos y los hijos de los marineros, se remolineaban en torno a la mujer leyenda, y ella hacia su gran papel el papel de cuenta cuentos logrando que la añoranza que sentían por sus padres se transformara en fantásticas aventuras vividas por ellos, por los héroes del mar y esto les hacia sentir importantes en su pequeñez y su espera ya no era tal, pues pasaban a vivir como sus padres, las mil aventuras del mar y las tierras lejanas a las que les podría un día llevar.


La vajilla, fue como un tesoro para aquel hombre que siempre se desvivió por llenar el alma, compartiendo sus experiencias con su amada, y ahora, cansado de tanto mar ,quería dejar el barco que tantas aventuras le
proporcionó,  mi vajilla completa, hecha con paciencia durante años, le saltó a los ojos, como el más hermoso regalo que llevarle a Leyenda.

 Así sucedió que me encontré abordo de un pequeño barco de pescador, pequeño, humilde pero completamente saneado, pulido y mimado, tanto que con los años, era el más valorado del puerto, pues tantas capas de encerado, tanto trabajo realizado en el , siempre para mejora, le hacían ser una de las naves más estables y hermosas de cuantos se hallaban allí varados.

Entregué con gran emoción la magnifica vajilla decorada con la paciencia de quien no tiene prisa, pues nada mejor tiene que hacer, que hacer,  ribeteada por el amor de Conciencia, que observaba tranquilo el trabajo de quien habla, picando aquí y allí en la arcilla queriendo participar de la obra, hasta que quedó terminada, cocida y cambiada. Leyenda recibió el regalo, como el más grande de su vida, pues ese regalo era el símbolo de que Ojos había por fin terminado su labor lejos y ahora comenzaban los dos juntos la labor del ser completos al fin, dirigiendo uno de los lugares mas encantadores y encantados que jamas se vio, donde los dos interpretaban con amor las aventuras de vida que pasaron y sucedieron a su alrededor, Ojos de Leyenda llamarón al pequeño escenario.
Icé las velas contenta, Conciencia, sobrevolo de nuevo el puerto y vino a posarse en mi hombro, diciendome que todo estaba en su lugar que ahora el testigo de mil aventuras, por descubrir, estaba en nuestras manos, puse rumbo a alta mar, sin ni siquiera pensar que me depararía el futuro y sorprendentemente al girar la cabeza para decir adiós a aquel lugar, pude ver una sombra varada al fondo del puerto, era solo una sombra ,un fantasma de un gran buque mercader que ya lo dejó de ser hacia mucho tiempo, se estremeció mi alma y supe entonces ver que no puedes perder el rumbo, vayas donde vayas y estés donde estés, recuerda que todos formamos un único ser, todos tenemos un Pirata dentro ,en la sombra deseoso de ser animado a salir.
Una imagen que había olvidado completamente apareció clara ahora, la imagen de los piratas por los que fuí asaltada por las buenas, con sus artimañas. Un pirata nunca se acerca a un barco humilde, ellos van allí donde los tesoros brillan, allí donde está todo ganado, ofrecen regalos engañosos, asaltan las naves vulnerables en su exuberancia, cualquiera que este rodeado de tesoros brillantes, sera la víctima perfecta que elegirá el pirata, ávido de fiesta grotesca de magnificencias materiales, allí donde la conciencia de lo pequeño, de lo sencillo desaparece, entra la avaricia, el arma más mortal donde las haya, el anzuelo que usa el pirata para terminar invadiendo la nave elegida y haciéndose con ella, diciéndose tu amigo tu aliado, tu compañero.



Sentí que mi pequeño barco me protegía  de volver a ser atacada, sentí que mi alma brillaba ahora como el más rico de los tesoros, pero no era oro lo que relucía por lo que, ese resplandor nunca podía ser visto por un Pirata, ni siquiera por el de mejor vista , pues este brillo que cuento no puede ser visto por quien no tiene alma, el peligro de volver a caer en mi sombra de momento había pasado, pero nunca bajaria la guardia.

La presencia de aquella sombra ahora conocida, velaría siempre en mi interior sabiendo de su existencia, haciendose presente su visión en cada experiencia que ese inmenso mar de emociones me ofreciera.

2 comentarios:

  1. Felicidades Nieves! La verdad que estoy sorprendidísimo tu forma de narrar este cuento. No sabía nada de tus escritos, pero me ha gustado tu forma sencilla y a la vez profunda. Tenemos que hablar más sobre este cuento que me ha parecido creativamente maravilloso.

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