martes, 16 de septiembre de 2014

Solo una estación.

Una brisa fresca rompió el bochorno de los calurosos días de verano. Mi cuerpo que ahora luce un suave dorado se agita aliviado. Es en este instante cuando siento que pendo de un hilo. Los días pasados fueron memorables. Tantas visitas, tanta compañía, todos al rededor disfrutamos de la estación que ahora se despide. El verano siempre tan jovial y divertido, alegre, caluroso y motivador como ninguno, ha dejado los ecos de risas, de agua que salpica, de reuniones de amigos que acaban en carcajadas al recordar los tiempos de antaño. Niños que corren desenfrenados todo el día, para caer en las calurosas noches rendidos sobre sus camas y tener aún la energía necesaria de pedir un cuento, uno de esos que erizan el bello y hasta el cabello de la nuca.

Tanto jaleo nos mantuvo vivos bajo este sol de justicia, ahora ese hilo del que parezco prendida quiere ceder. Un nuevo soplido fresco me ha soltado y sin más que hacer me dejo mecer en el vacío, saludo a todos aquellos que me voy encontrando en mi descenso, disfruto de la nueva visión que me permite milímetro a milímetro este caer, desciendo con gracia, siento mi cuerpo balancearse de lado a lado, ahora me muevo con un giro repentino y rápido al encontrar resistencia con otro como yo que está apunto de caer, parece que terminaré cayendo en picado, pero me estabilizo y vuelvo a mecerme.

Respiro profundo, siento todo, cada nervio de mi cuerpo sucumbe al roce del aire que atravieso, miro por última vez a ese mar de fondo que tanto he podido amar en esta vida y me despido sin apenas nostalgia. 

Agradecida llego ahora a mi destino, la tierra me acoge y allí me encuentro con todos los compañeros que nacimos en primavera, cada uno de su rama, cada uno de la misma esencia y sin embargo separados al nacer. Ahora nos reunimos para volver a la madre que nos acoge en su cálido regazo, nos mezclamos en ella, ya casi no hay diferencia de quién es quien.

Siento como mi cuerpo comienza a disolverse, ya casi he olvidado todas mis experiencias, ya casi no siento nada, solo disolución. La humedad de las primeras lluvias otoñales me han hidratado y ahora esa misma humedad por su exceso, está transformando mi forma, me deshago, no duele, es una sensación agradable, pudrirse dicen que se llama, y esa palabra suena tan rara, solo me deshago, me transformo, mis células vegetales se sienten liberadas al ser absorbidas por la madre, penetro en ella y se que mi destino es alimentarla a ella para que ella un día de nuevo me de vida y me alimente a mi de nuevo.

Agradecida por la experiencia de haber sido lo que fui, vuelvo al ciclo interminable de la naturaleza. 
Vuelvo a ser todo, sin nada ser.

1 comentario:

  1. Fresco, así de intenso pero divertido el post.. Todos dejamos atrás cosas, momentos felices de compartir, detalles que no pasan desapercibido.. es muy saludable poder escribir como lo has hecho rememorando el pasado y a la vez con una visión ilusionante para dar la bienvenida a la estacion nueva.. es verdad todo esta en profundo cambio, todo se mueve.. Gracias Nieves por compartir tu experiencia..

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