martes, 3 de febrero de 2015

En la orilla

El grupo se reunió frente a la cascada y comenzaron uno a uno a tirar aquellos pequeños palitos que habían recogido del bosque. Cada cual llevaba la cantidad que precisaba, algunos apenas uno, otros llegaban cargados , pero en esta ocasión nadie ayudaba al otro a cargar los palos, cada cual debía llevar su propia carga hasta la orilla del caudaloso río, hacerse responsable de ella.

 No todos los habitantes del poblado participaban siempre de esta reunión, ya que esta se organizaba para aquellos que tenían alguna dificultad interior y esto era respetado con solemnidad como derecho individual por lo cual nadie comentaba ni participaba de la carga del otro, solo se acompañaban en el acto ya que sabían que la responsabilidad era individual. La reunión podía suceder en cualquier momento, no estaba regida por épocas del año, ni por las lunas, era un ritual que se celebraba en el momento  que más de un duende la requería al consejo de bienestar y era este consejo el que marcaba la fecha dejando unos días para que todos hicieran revisión de si mismos y aprovecharan el evento. Sobra decir que cada cual acudía y lanzaba sus palos al agua en cualquier momento ya que no era obligatorio anunciarlo, pero habían aprendido que juntos aquellos palos se entregaban a la fuerza de las aguas con otro espíritu , sabían que aunando voluntad de bienestar, estas liberaciones resultaban más potentes y la alegría también se multiplicaba, de este modo nadie se ocultaba de su malestar, sino que no bien lo veían aparecer lo reconocían y comunicaban su necesidad, y si la reunión no era posible,  aquellos que se veían apurados por liberar cargas se dirigían en soledad a la orilla del Bastén.  

Ya reunidos en la orilla, se les instaba a que cada palo llevara la energía de aquel pensamiento que les quitaba paz e impregnándolo de este modo con; temores, desamor, miedos, odios, tristezas, cualquier clase de enfermedad, lo lanzaban con fuerza y desprendimiento a las aguas. Estas se arremolinaban justo antes de caer en cascada y ellos aprovechaban para sentir en ellos mismos cada embestida que los palos recibían de las aguas y con cada lance se entregaban al río que acogía sus errores de percepción y limpiaba sus mentes a la vez que limpiaba aquellas maderas impregnadas con sus sufrimientos, con la fuerza y la pureza de sus aguas. Así, cada tanto procuraban esta reunión y cuantos más fuesen mejor, pues lo que verdaderamente les gustaba era contemplar allí abajo, en las aguas calmadas,  la cantidad de palos que eran mecidos ahora suavemente por esas aguas espumosas, oxigenadas tras la potente caída. Ahora flotaban y podían sentir el aquietamiento en ellos mismos y celebraban la alegría que sentían por ello abrazándose los unos a los otros ,como aquellos palos que el agua solía juntar en las orillas calmadas...Liberación, agradecimiento y alegría compartida. 

1 comentario:

  1. Muy bello tus puntaditas escritas, sencillo, me hace quizás liberarme y encontrarme entre las aguas de este relato, es muy soñador Nieves!!

    ResponderEliminar