jueves, 10 de octubre de 2013

Dame la mano...

Dame la mano como hermano, y ayudame a levantarme, porque mañana te ayudaré yo a ti.

Despeja la visión que tienes de este mundo, deja que solo la mirada de lo inocente sea la que te refleje, estira la mano y ayuda, sal de tu miedo, no hay más que temer.

 Camina confiado, suelta la presión que te supone creer que eres solo tu ego, lo eres todo, y todo eres tu. Amate en la risa del otro, y amate en su llanto, amate en tu ira y ama a tu hermano en la suya. Comprende ahora que solo de esa manera conseguiras la libertad, y la libertad no puede ser otra cosa que la verdad.

Habitamos un mundo de incomprensión que no es real, y como no es real, no puede hacerte bien ni mal. No pienses que este mundo te hará feliz o infeliz, este mundo no puede hacerte nada. Ves soltando las resistencias que tienes, poco a poco, nadie te está exigiendo nada. Ves soltando y a medida que sueltas esta fantasía fructuante, te darás cuenta que nada tienes que temer , porque nada puedes perder.

No hay separación entre dios y tu, sois lo mismo, la vida es la oportunidad para que te des cuenta de que dentro de esa dualidad todo es fantasía, si no tienes el bien, no tienes el mal, si no tienes el dolor, no tienes el placer. No perteneces a ese mundo. Es un mundo creado a base de cosas que justifican otras cosas, de otra manera no pueden existir.

 La quietud y la constancia son tus características auténticas y  si  te mantienes en constante quietud mental, darás con lo que en realidad eres. No tienes que aprender nada, solo desaprenderlo todo.  No tienes que intentar aquietar tu mente, evitando los pensamientos, lo único que tienes que hacer es no dialogar con ellos, dejalos pasar...no son nada, vuelve al corazón, dejate llevar, no juzgues lo que piensas, no juzgues lo que eres, y poco a poco verás aparecer en ti, ese lugar de quietud, de paz, de comprensión de lo perfecto que eres, y eso es lo que verás en el mundo.

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