martes, 6 de septiembre de 2016

Mi playa apareció cambiada, piedras de diversos tamaños ocupaban ahora la primera linea, allí, sobre aquel alto relieve que las mareas modelaron a su antojo, creando una barrera entre lo seco y lo húmedo de su arena canela clara. Mi playa abierta, salvaje, extensa, aun así era mi playa y la ame con su nuevo aspecto, me envolví en ella, me baño al desnudo en sus aguas y la amé, me dejé amar.
En tan solo un día y una noche volvió a cambiar por la acción de la pleamar que rompió el dique natural arrastrando todo de nuevo, volviendo a dejar cada cosa en su lugar. Mi playa lisa, suave, abierta al mar.

Sentí un profundo agradecimiento al ser testigo de que todo cambia y aun así todo es igual, lo verdadero es esencia que permanece.

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