La dulzura sale a flor de piel,
a la palabra,
a la mirada,
a la escucha.
Ahí estaba,
a la espera de ser liberada de toda actitud de guerra que se hallaba instalada ,
ahí,
esperando paciente por ti y para ti,
dulce como es,
acariandote por dentro desde el alma, tocando con ternura ese corazón acorazado para no sentir,
y que sin embargo nunca dejó de hacerlo,
sin saber cómo,
a pesar de tanta protección bélica seguía sintiendo la caricia interior, lantente,
palpitante,
en espera de despertarse,
despertó ante unos ojos brillantes de mirada profunda y transparente,
una mirada entregada a dejarse leer,
ver,
despertó y de nuevo late,
ahora,
con ese ritmo dulce,
con esa caricia suave que sin evitarse se da de alma a alma, de piel a piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario